El Jesús que hablaba con Faustina era el mismo Jesús que hablaba con Vassula
Extraído de mi primera charla de evangelización, Olivos, provincia de Buenos Aires,San Pio X, 2014
Al poner en oración el propósito de esta charla
comencé a recordar los lazos que me unieron a esta devoción de la Divina Misericordia y se los quiero
compartir.
Hace 12 años atrás no sabía rezar el Padre
nuestro y el Ave María completos y nunca me había confesado en mi vida. Lo hice
por primera vez luego de seis meses de comenzar a leer en la Internet la obra
dictada por Jesús a Vassula Rydén, laica ortodoxa, y que Jesús denominó la Verdadera Vida en Dios. Me di cuenta
que esta obra contenía un llamado especial de Dios a la conversión para las
personas alejadas de la intimidad con Jesús y perdidas en la oscuridad del
mundo como lo estaba yo misma en aquel entonces.
“Dales
estos Mensajes, ellos son Mi carta personal de amor para cada uno de ellos”
12.04.1993
Y así comencé a leer esa carta personal de Dios
para mí y me di cuenta que Jesús pedía que no sólo que leyéramos Sus mensajes,
sino que cumpliéramos con Sus deseos:
Noté que el Señor decía:
“Lléname
de alegría, permaneciendo tan cerca de Mí, como sea posible. ¿Quieres besar Mis
Pies? “
“¿Me besarás los
Pies, después de hacer las Estaciones de la Cruz? “
“Hija
Mía, Yo te ofrezco Mi Paz. ¿Besarías los Pies de tu Señor?”
Y Vassula le
respondía que si cada vez, y besaba los pies de Jesús en una imagen o en un crucifijo.
Yo no podía asumir este pedido más que en mi
imaginación y en un crucifijo de cerámica, bastante roto, un viejo recuerdo de
viaje que no siquiera estaba bendecido.
Una tarde encuentro esta imagen de Jesús Misericordioso entre los papeles de mi suegra fallecida.
Está en el frente de un folleto editado en 1984 y reproduce la imagen pintada por el pintor Adolfo Hyla en 1943 que fuera entronizada en la capilla de las hermanas de la Congregación de Santa Faustina en Cracovia y que ella no llegó a conocer.
Desde entonces cuando siento que el Señor me
dice: “besa Mis pies”, la tomo y le
beso los pies. Gesto que siempre consideré como un gesto de cariño y confianza.
Esta imagen también se unió en algún momento a
la lectura de fragmentos del Diario de Santa Faustina en la Internet. Desde la primera
lectura tuve una convicción, que el Jesús que hablaba con Faustina era el mismo
Jesús que hablaba con Vassula. En mi caso personal y en el estado
espiritual en que me encontraba me era imposible identificarme con la hermana
Faustina y sus virtudes y si me sentía más cercana a la situación de Vassula,
por lo menos en los Mensajes de los primeros años.
Pero como no tenía nadie con quien compartir lo que me pasaba entonces me anoté en lo que entonces se llamaba una lista de interés o de noticias, sobre Jesús Misericordioso. La administraba Sinda Miranda, recién emigrada a Asturias y que compartía información sobre la devoción, su historia, las caravanas que hacía Carlos Artusa en nuestro país para difundir la imagen y la celebración de la fiesta. La lista llegaba por correo electrónico todos los días y Sinda nos reunía una vez cada tanto un sábado en una sala de chat a rezar la coronilla a las tres de la tarde).
Me
llegaban noticias y párrafos del Diario de Santa Faustina por correo
electrónico. Y así me aferré a la promesa de Jesús contenida en él Diario
acerca de la confesión. Había sido para mí una gran dificultad de
afrontar desde la niñez por una especie de miedo irracional a los sacerdotes y
la ignorancia sobre que eran y para que eran los sacramentos. Una de las
primeras cosas que se me quedaron grabadas del Diario de la hermana Faustina era
que Jesús decía:
“Hija Mía, como te preparas en Mi presencia, así te confiesas ante Mí; el sacerdote es para Mí sólo una
pantalla.” (Diario 1725)
“Cuando te acercas a la Confesión, debes saber que Yo Mismo te espero en
el confesionario, sólo que estoy oculto en el Sacerdote, pero Yo Mismo actúo en
tu alma. Aquí la miseria del alma se encuentra con el Dios de la Misericordia.
(Diario 1602.).
Son frases de citas más largas pero a mí estas
frases me ayudaron a afrontar mi fobia y procurar confesarme por
lo menos una vez por mes, como me pedía Jesús a través de la VVeD.
Para mí era un descubrimiento que Jesús
estuviera detrás del sacerdote, aunque si se fijan en el catecismo lo dice bajo
el subtítulo. Sólo Dios perdona el
pecado, parágrafos 1441 y 1442.
Pero a mí me llegó directo al corazón como lo
decía Jesús a la hermana Faustina aunque no se contradice con el catecismo sino
todo lo contrario.
Otro párrafo que me quedó en mi memoria y me
ayudó a superar todas las contrariedades que me trajo dar testimonio de creer
que Jesús era el autor de la VVeD fue este.
“Discípula Mía, ten un gran
amor para aquellos que te hacen sufrir, haz el bien a quienes te odian.” “Oh
Maestro mío, si Tú ves que no les tengo el sentimiento del amor, y eso me
entristece.” “El sentimiento no siempre
está en tu poder; si tienes el amor
lo reconocerás, por si tras experimentar disgusto y contrariedades no pierdes
la calma, sino que rezas por aquellos que te han hecho sufrir y les deseas todo
lo bueno.” (1628.)
En aquel entonces esa frase “El sentimiento no
siempre está en tu poder” fue muy importante.
En aquel tiempo inicial para mí las palabras Divina Misericordia
evocaban más el nombre de varios colegios de monjas que uno de los atributos de
Dios. En realidad fui descubriendo de a poco y a lo largo de los años que
significaba para mí misma que Dios fuera Misericordioso con sus criaturas. Me
llevó un tiempo darme cuenta que no era necesario tener méritos y virtudes
propias para recibirla, sino por el contrario carecer de ellos y darse cuenta, era una
condición para hacerlo.
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